
Por respeto a las partes, omitiré el nombre de la víctima, por ser menor de edad y del sospechoso que no llego a ser procesado, por lo tanto se presume inocente.
Reconstruir el pasado, no es una labor para cualquier persona, se requiere alguien que sea a la vez tenaz y paciente, la investigación de casos fríos o «Cold Cases», puede tornarse frustrante, esta investigación data de 1993, no me tocó iniciarla, llego a mi escritorio en forma de una raquítica carpeta de investigación de menos de 30 hojas, contenía unas cuantas fotos, algunas diligencias de identidad y trabajo pericial. «Angélica» como llamaremos a la víctima, fue localizada dentro de un tubo de concreto en un dique, la boca del espacio en que se localizaba fue cubierta con una rodadora, había sido agredida sexualmente, estaba semi desnuda de la cintura hacia abajo, falleció por estrangulamiento y tenía algunos golpes en el rostro, no pasaba de los 10 años de edad, sin duda, uno de los casos más difíciles para cualquier investigador.
Y así llego, con unas cuantas páginas que no nos daban luz de lo acontecido, recién se había tomado la decisión de identificar los casos fríos de la unidad, un joven fiscal de integraba a la Unidad, a el le fue comisionado el seguimiento del caso, la instrucción, reactivar la investigación, reconstruir la historia de esta pequeña cuya familia no había recibido justicia. La pregunta que me hizo mi nuevo investigador fue clara y mostraba cierta frustración, «Y aquí que hago?», me preguntó, «Tiene que empezar el asunto como si recién fuera a iniciar Mike», fue mi respuesta, dándome cuenta que teníamos que analizar cómo reiniciar, comentamos la necesidad de entrevistar a quienes, 9 o 10 años atrás habían sido compañeros y amigos de «Angélica», algunas personas en la Unidad rieron o movieron la cabeza en desaprobación, lo cierto es que, cuando se presentaron los hechos, nuestros posibles testigos eran niños, cuyos padres no permitieron que fueran entrevistados, pero, al retomar el caso, ya eran mayores de edad y no se requería de ese consentimiento.
El primer paso, identificarlos, lo cual se logró a través de la Institución Académica a la que asistían años atrás, posteriormente, a través de registros y bases de datos, obtener información actualizada en cuanto a domicilio de localización, así fue como el Investigador a mi cargo fue paso a paso retomando la investigación y desahogando diligencias que, por años, no se habían realizado, una de las preguntas que hicieron varios compañeros, con total escepticismo fue «Y Usted cree que después de tantos años se van a acordar de algo?», pregunta que por lo regular iba acompañada de una sonrisa burlona y un movimiento de cabeza en desaprobación.
Sin embargo, no nos dimos por vencidos, teníamos que demostrar que era posible, el gusto del Fiscal y los Investigadores del caso, al ver que obtenían información nueva, era contagioso, conforme pasaban los días se obtenía mayor información y la carpeta de investigación de menos de 30 hojas se convertía en dos tomos, los cuales contenían el trabajo de investigadores que se daban cuenta que, lo vivido por aquellos niños, años atrás, había dejado recuerdos indelebles en sus mentes, recuerdos que sus padres no permitieron compartir, pero que ahora narraban con detalle por el trauma sufrido al perder a una compañera, pero más importante, la versión de quienes habían perdido a una amiga.
De esta manera pudimos conocer datos relevantes de los últimos días de la pequeña «Angélica», como se comportaba, que problemas tenía, pero más importante, información que nos llevaría a la identidad de quien la llevaba al colegio y pasaba por ella diariamente, días previos a su desaparición y posterior muerte, no eran sus padres, era una nueva figura familiar en su domicilio «Joaquín», un familiar lejano que recién había ido a vivir a su domicilio, la cacería iniciaba, ya que, según información de la investigación, él se había ido a los Estados Unidos cuando se descubrió el cadáver de la niña, sin embargo, al acudir al domicilio de familiares de «Joaquín», nuestra sorpresa fue que, por su avanzada edad ya no serían los Jueces terrenales los que lo Juzgarían, sino que un Juez supremo e implacable lo juzgaría cuando llegara a su presencia, quizá la muerte de «Angélica» no pudo llegar al fin último que buscamos en la Investigación Criminal, a lograr una sentencia en contra de su asesino, pero ciertamente, «Joaquín» tuvo que responder por tan terrible acto y recibió la sentencia que lo llevó a las profundidades del abismo.