Por Manuel Adolfo Esparza Navarrete
Como mencioné en mi publicación anterior, fui comisionado para fungir como traductor de «El Egipcio», este era el alias con el que lo teníamos identificado en la Procuraduría, mientras me encontraba en mi oficina, recibí una llamada de mi jefe, Hernan Rivera, me pedían que me trasladara en apoyo al Grupo Anti Secuestros para traducir una declaración de Abdel Latif Sharif Sharif, recuerdo que era una tarde bastante calurosa, mi unidad no contaba con clima artificial y el calor me golpeaba el rostro mientras avanzaba rumbo al Penal, al llegar, camine por el polvoriento estacionamiento y subí la agotadora rampa de entrada al área de revisión del CERESO en Juárez, cuando por fin ingresé, ya se encontraba el Lic. Francisco Minjarez y su equipo de Agentes Investigadores en una sala de reuniones contigua a la Dirección del reclusorio, pretendían entrevistarse con Sharif, este fue uno de los múltiples encuentros con el «Paco» Minjarez, quien a raíz de las interacciones que tuvimos, se convirtió en un gran amigo y mentor, que en paz descanse.
Esa tarde, en aquellas sofocadas oficinas, se encontraban los elementos del Grupo Especial Antisecuestros y Homicidios Relevantes esperando la llegada de Sharif, uno de los Agentes del Ministerio Público refunfuñaba por estar ahí en ese momento y a esa hora, pero su malestar no se centraba en las condiciones en que nos encontrábamos, su malestar era que el consideraba que Sharif era inocente, pero de donde se fraguó semejante idea?
Sharif era un sujeto hábil, inteligente, manipulador, como mencione en algún momento, en diversas ocasiones me conminó a que me uniera a su causa, decía ser un inocente, un chivo expiatorio, un trofeo que el Gobernador y el Procurador en turno, tenían para entregarlo a los familiares de las víctimas, llamaba a ruedas de prensa que manejaba desde la oficina del director del penal, aparecía en todos los medios clamando su inocencia, nunca le creí.
Sin embargo, por las múltiples interacciones con Sharif, mi compañero Agente Investigador lo consideraba inocente, sin pruebas, sin fundamento, basado solo en las hipnotizantes y convincentes palabras de un psicópata que le había endulzado el oido con la versión de su inocencia, en ese momento el Lic. Minjarez tomó la decisión de expulsar del recinto a su colaborador, ninguno de los que ahí nos encontrábamos podíamos creer que un criminal haya logrado engatusar a su persecutor.
Momentos después llegó «El Egipcio», con ese caminar seguro y desafiante, con la mirada recia y el ceño fruncido al ver en la sala a su némesis, antes de que el elemento de seguridad y custodia abandonara la sala, le ordenó «trae refrescos y agua», el elemento respondió, «Si señor», así era el control que el tenía en el penal, al grado de dar órdenes al personal que resguardaba las habitaciones y pasillos.
Inmediatamente después de lanzar su petición, volteó con furia a enlazar su mirada con la de quien consideraba su enemigo, golpeó con los puños la mesa que se encontraba entre ambos y retó a Minjarez a liarse con el a golpes, pues lo consideraba un mentiroso que estaba inventando hechos para que el permaneciera en prisión, en ese momento intercambiamos miradas los demás, puesto que el Lic. Minjarez era Cinta Negra en Judo y Sharif conocía de artes marciales, dicen, no logramos comprobarlo que era Cinta Negra en Karate, definitivamente estaría muy interesante el encuentro.
A pesar de lo difícil de la situación, eventualmente Sharif se calmó, y solo mencionó que no tenía nada que decir ni declarar, una tarde perdida dirían muchos, para mi, fue muy util, puesto que pude observar ese ser que Sharif llevaba dentro y que no mostraba a los medios, en sus ojos, en su voz, en el golpe con los puños a la mesa de madera, pude ver el Sharif que sus víctimas veían momentos antes de respirar su último aliento.
Manuel Esparza Investiga 