
Recién concluyeron las primeras diligencias del caso de Hester van Nierop, era de noche, llegue a mi casa procurando no hacer ruido, estaba exhausto, sin embargo, en mi mente tenía claro que debía regresar temprano a trabajar en el caso, la verdad no pensaba en otra cosa, quería resolverlo, me di un baño, tomé un te caliente y me recosté, sentí la comodidad de mi almohada cuando recibí una llamada del radio operador, me decía que teníamos un homicidio, somnoliento le respondí «Si, ya lo atendimos, regresaremos temprano para continuar.», el me respondió, «No , es un nuevo asunto, me pidieron que no lo reportara por radio, que le llamara a su móvil y le dijera que se acerque a la Academia de Policía, su equipo ya lo esta esperando.»
Me levante, me vestí tan rápido como pude y tome mi arma, no me gustó la forma en que me comunicaron este nuevo hecho, subí a mi unidad y tome la carretera con rumbo a la Academia de Policia, contigua al Centro de Readaptación Social para Adultos, al tomar la calle barranco azul, se observaba totalmente obscura, solo las luces de la base militar y el penal se veían a lo lejos, pensé «Un homicidio, sin las luces azul y rojo de la policía, sin las luces rojas de las unidades de mis compañeros, algo aquí no esta bien.» Tomé con fuerza mi arma en la mano derecha, mientras me acercaba y más evidente se hacía la inactividad, mientras notaba la ausencia de los cordones amarillos, mi pensamiento era que estaba llegando a una emboscada, en ese momento recordé que en este trabajo no se puede confiar ni en la sombra propia, pensé que me habían citado para no regresar más a casa.
Quizá Ustedes piensen que exagero, pero hay historias, no confirmadas, de que así desaparecían algunos compañeros, sin embargo, mientras avanzaba poco a poco en mi camino, tome la determinación «Si esto es lo que yo pienso, no me iré solo, corte cartucho en mi arma y me preparé para todo.» Unos metros antes de llegar a la Academia, una lampara me cegó la vista, pensé lo peor, en ese momento, se encendieron las luces de otras unidades, el edificio estaba totalmente obscuro, al ajustar la vista, pude reconocer a mi equipo de trabajo, estacione y bajé de mi Unidad, pregunte «De que se trata esto?», nadie advirtió que en mi mano empuñaba una Smith and Wesson 9mm. lista para ser accionada, un compañero me gritó, «Por aquí, esta en el carro.» Las luces de las unidades se apagaron de nuevo.
La luz de la luna iluminaba, en el estacionamiento exterior de la Academia, un vehículo Nissan, una de nuestras unidades oficiales, entonces vi el cordón amarillo que rodeaba el lugar donde estaba el vehículo, guarde mi arma, tome una lampara de mano y me acerque, al interior del vehículo, en el asiento delantero derecho, estaba el cuerpo de una mujer, sentada, su torso girado hacia la derecha, su cabeza recargada levemente en la puerta del pasajero, me di cuenta que es cierto lo que dicen, la sangre a la luz de la luna, se aprecia de un color más obscuro, casi negro.
Mientras observaba se acercó el comandante del grupo, me informo lo que sabíamos del hallazgo, de igual forma se acercó el encargado disciplinar de la Academia, hasta donde sabíamos en ese momento, nadie escucho nada, el vehículo estaba asignado a un elemento activo de la corporación, dentro del mismo, algo no estaba bien, pude ver el cuerpo de una mujer, Rocio Barraza, presentaba un disparo en la nuca, en la parte posterior, en el piso del lado derecho del vehículo, se apreciaba un vaso grande con líquido en su interior. Del hasta ese momento compañero, Pedro Valles, no se supo más, ingresó a la academia pasada la media noche, tomo algunas cosas y se fue, se llevó consigo sus armas de cargo, nadie supo más de él.
La investigación reveló que la joven tenía una relación sentimental con el agente policiaco, quien le llamó esa noche y paso por ella a su domicilio, de ello hay testigos, es posible que hayan comprado la bebida que se localizó en el asiento posterior, el elemento se estacionó en el exterior de la Academia, donde estaba hospedado, se presentó algun tipo de conflicto y disparó en contra de su pareja, la posición del cuerpo es reveladora, nos deja ver como Rocio, en sus últimos momentos, da la espalda a su agresor intentando protegerse, sin embargo, esto no fue suficiente, es difícil siquiera imaginarse lo que paso por su mente en esos últimos segundos.
El caso en su investigación es corto, rápido, mi segundo caso como fiscal y también se resuelve, un Juez nos obsequia la orden de aprehensión en contra de uno de los nuestros, las miradas y los comentarios en los pasillos nos decían que habíamos cruzado la delgada linea azul, aquella que divide al policía del resto de la sociedad, la que enmarca una hermandad que no se traiciona, sin embargo, en estos casos que nos golpean tan cerca de casa, es indispensable saber que, quien decide cruzar y cometer un crimen, deja de ser parte de esa cofradía, se convierte en criminal.
Así, en un arranque de ira, con un destello en la obscuridad y un ruido ensordecedor que terminan con la vida de Rocio, su agresor se separa de quienes fueron sus hermanos, aquellos que a partir de ese momento se convierten en sus persecutores, Pedro ya no es más uno de ellos.
Casi diez años después, Pedro Valles es llevado ante la Justicia, después de huir y ocultarse ahora se encuentra tras las rejas y Rocio en verdad descansa en paz.