
En el otoño de 1995 laboraba como coordinador de un área denominada concertación social, me encontraba organizando los cientos de expedientes que esa área manejaba, era un departamento de mediación, atendíamos conflictos entre particulares y buscabamos una amigable resolución, una tarde llegó a mi oficina un Sacerdote, quien me manifesto que tenía un problema y quería nuestro apoyo, un menor le había robado una cámara fotográfica y el deseaba recuperarla, lo invite a que presentara una denuncia por el robo, el insistió en que el asunto se tratara en mi departamento, la familia del menor nunca acudió, el Padre no quiso denunciar, esta fué la primera vez que nuestros caminos se cruzaban.
En 1998 tuvo auge el caso de María Sagrario González Flores, una joven catequista de la Parroquia en Rancho Anapra, su caso generó la creación de la Fiscalía Especial para la Investigación de Homicidios de Mujeres, durante la investigación, el Padre de la Parroquia, cobró cierta notoriedad, a mi me llamó la atención que era el mismo que años atras había sufrido el hurto de su cámara, en uno de los testimonios del caso, se manifestó que el Padre le había dicho a los familiares de la víctima, hasta ese momento de desaparición que la buscaran en «El Valle», haciendo referencia a la zona agricola de el Valle de Juárez, cuando el cuerpo de Sagrario fue encontrado en esa área, algunas personas recordaron este comentario, sin embargo, no paso nada.
Pensar que un Hombre de Dios no es susceptible de cometer delitos, sería negar que es un ser humano con defectos y virtudes, el hecho de pertenecer al clero no lo hace perfecto, sin embargo, nadie vio algo malo en el comentario, otros cuerpos habían sido localizdos en esa zona.
Poco tiempo despues, el mismo año 1998, poco antes de salir de la oficina, llegó el aviso del hallazgo de un cuerpo en un arroyo seco que se encontraba al final del Eje Vial que pasaba frente a la Subprocuraduría, abordamos las unidades y salimos a toda velocidad hacia el lugar, en un abrir y cerrar de ojos llegamos al final de la vialidad, estacionamos los vehículos y nos disponiamos a bajar al arroyo cuando de pronto, frente a mi, caminaba hacia las Unidades, subiendose el cierre del pantalón, el Padre, nos condujo hasta el lugar donde se encontraba oculto el cuerpo de Celia Guadalupe Gómez de la Cruz, recuerdo exactamente lo que pense en ese momento.
Terminamos nuestro trabajo y supe que el Sacerdote ahora se encargaba de la parroquia que se encontraba a unos metros del lugar donde localizamos el cuerpo, inmediatamente convoque a una reunión con mis compañeros y quien en ese entonces era la Fiscal Especial, les comenté de la situación del Padre, y mi comentario fué «Yo nací y he vivido en Juárez toda mi vida, y nunca he encontrado un cuerpo o he estado relacionado con alguna víctima, pero el Padre no solo tiene relación con un caso, sino con dos, creo que debemos investigarlo.» Muchos se escandalizaron e incluso alguien, a la fecha no se quien, se quejo de mi sugerencia al grado que fui llamado a la Oficina del Subprocurador, donde se me indicó que esa era una línea muy problemática para seguir y que agotara las demás posibilidades antes de enfrentar al clero con esta circunstancia. No hice caso.
En contra de la voluntad de algunas personas, pero de acuerdo con la Fiscal en turno, decidí investigar más sobre el Padre, al entrevistar a un joven relacionado con el caso de Sagrario, me dijo que el Padre mantenía un album con fotos de los rostros de las jovenes de la Parroquia, en ese momento recorde la insistencia de no denunciar el robo de la camara y especulé que esta era la razón por la que el Padre buscaba una solución amistosa a su problema.
Tenía frente a mi la posibilidad de que un miembro del clero, que tenía una colección de fotos de jovenes mujeres, que tenía vínculos con dos víctimas de homicidio, fuera parte del problema, como comenté, no me importó la instrucción, un Investigador no puede ni debe dejar una linea sin seguir, sería irresponsable.
Armado con una grabadora oculta, me dirigí a buscar al Padre, llegue a la Parroquia y me disponía a tocar la puerta de la casa contigua cuando de pronto salió el Sacerdote, «Buenas tardes hijo, que se te ofrece?» me pregunto, «Necesito platicar con Usted Padre», le respondí, entre otras cosas, me interesaba entrar a la casa para ver si el album de fotos estaba a la mano «Voy de salida», me dijo, «No tomará mucho» comenté, «Tengo un poco de sed y hace calor, podriamos entrar a su casa?» le pregunte, «NO!» me respondió rapidamente, «Platicamos en mi camioneta», «Podría usar su baño?» cuestioné, «Pasa al de la Parroquia, mientras te traigo un poco de agua.» Su falta de hospitalidad y su actitud esquiva me parecían aun más extrañas, al salir, me esperaba el Padre con su camioneta encendida y un vaso con agua en la mano, entre a la cabina de la camioneta y me pregunto «Que quieres saber?».
No obtuve nada importante de la plática, solo se incrementaron mis sospechas de que el Padre estuviera relacionado con los casos, ambos asuntos se resolvieron, hay personas en prisión compurgando una pena, el Padre continuó su labor, pero mi sospecha sigue viva, «Porque sugirió donde buscar a Sagrario?», «Porque el album de rostros de jovencitas?. En realidad existe?», «Porque es el quien nos lleva al lugar donde estaba oculto el cuerpo de Celia Guadalupe?»
Quiza conoció la información en confesión, quiza tiene relación con el agresor o quizá es coincidecia que tenga vínculos con dos casos, como me dijo el día de hoy un amigo, «En este trabajo supe que las coincidencias existen.» Es posible.